#unaespeciededios Sebastián aguardó pacientemente a que la inocencia y la timidez de Mónica se convirtiera en Pasión. Y finalmente ocurrió, una noche de tormenta. "...Era de noche, y con Mónica volvíamos a la isla en medio de la incesante tormenta. La lancha apenas podía mantener el rumbo debido al viento que nos empujaba de una orilla hacia la otra como a una hoja sobre el agua. El cielo se cubrió por completo de inmensos nubarrones, rayos y truenos atemorizantes parecían presagiar una hecatombe, por lo que apuramos lo más posible la navegación para llegar cuanto antes. Al arrimar al muelle, amarramos apuradamente la lancha y mientras corríamos hasta la casa fuimos presa de otro aguacero impresionante que terminó de empaparnos sin remedio. Entre sonrisas cerramos la puerta dejando atrás el atemorizante espectáculo de la naturaleza y, en plena oscuridad, como la concreción de una necesidad indescriptible y exasperante, nos besamos apasionadamente. La noche transcurrió al pie de la chimenea. Mientras ardían los leños y el viento azotaba las ventanas y las soleras produciendo un insistente silbido. La lluvia se estrellaba contra los cristales como queriendo participar de nuestra intimidad. Me desperté en plena madrugada y la descubrí a mi lado. La manta apenas tapaba su desnudez y no pude evitar quedarme mirándola. — ¡Es hermosa! — susurré, y en ese momento comprendí que estaba perdidamente enamorado de esa mujer. No quise despertarla, apoyé mi cabeza en la almohada y seguí mirándola por largo tiempo. ¿Quién podría seguir durmiendo con ese paisaje frente a los ojos? Finalmente me levanté desvelado y me serví un wiski, me senté en el sillín del piano y seguí mirándola embelesado desde allí. Mis manos, inspiradas y urgentes, se posaron sobre las teclas del piano..."
Seguramente Sebastián, tocaría como Jorge (pudiendo elegir), al mejor.
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